El cine –y en los últimos años también, las series televisivas que incorporan como un recurso destacado los escenarios reales- se han convertido en un reclamo potente para la promoción turística de los territorios. Aun con diferencias notables, los escenarios de películas y series emergen como un elemento a visitar y en ocasiones se convierten en una referencia importante –o en un recurso- para esta actividad. En otros casos, se articulan rutas basadas en escenas cinematográficas que se convierten en producto dirigido a un turismo cultural cada vez más segmentado. Un exponente del aumento de atención por el estudio de los vínculos entre cine y turismo es la creciente literatura que analiza –desde diferentes ópticas- estas relaciones, con aportaciones que caracterizan el denominado turismo cinematográfico (o movie-induced tourism, González Conde et al., 2015), revisan su papel en la promoción de una ciudad (Aertsen, 2011) y su  repercusión en el desarrollo local (Flores Ruiz, 2015) y a través de los festivales de cine (Flores Ruiz, 2015) hasta llegar a la reciente revisión del relato del turismo en el cine hispánico (del Rey, 2017). En el contexto actual, en que muchos espacios pierden sus señas de identidad, el estudio de la interrelación entre turismo y cine es muy sugestivo para ser analizado desde la geografía. Una película –o serie- permite que el espectador realice un viaje simbólico y establezca contacto audiovisual y vínculo emocional con personajes, situaciones, tiempos y territorios. Así, cada espectador-viajero puede descubrir (o re-descubrir) lugares, paisajes, modos de vida, prácticas sociales y culturales, proyectos de sociedad, prácticas normativas y emociones. En ese proceso, diferentes valores son asimilados y se construyen  representaciones sobre los territorios proyectados en las pantallas. Esta comunicación tiene como objetivo analizar la construcción de un espacio de turismo cinematográfico en Navarra a partir de dos películas que –con temáticas y aproximaciones muy distintas- se han convertido en piezas clave para el diseño de una ruta turística que se apoya en diferentes localizaciones en esta comunidad autónoma. Las dos películas son Las Brujas de Zugarramurdi (dirigida en 2013 por Álex de la Iglesia) y El guardián invisible (de Fernando González Molina, estrenada en 2017). Pese a los contrastes entre ambas, comparten puntos en común como el protagonismo del territorio, la identidad y las referencias a mitos y tradiciones. Finalmente se analiza el impacto de la ruta del cine en Navarra a escala local.