El trabajo de campo, desarrollado durante la primavera de 2017 en el parque urbano Morningside Park de la ciudad de Nueva York, me ha ofrecido la oportunidad de reflexionar sobre la observación como técnica de investigación. En los manuales de metodologías o de técnicas de investigación en ciencias sociales se explica detalladamente cómo preparar y realizar la observación, cómo recoger la información y cómo analizarla, pero es menos frecuente encontrar perspectivas sobre la reflexividad, la posicionalidad o la autoetnografía de las personas investigadoras en relación a esta técnica.

En esta comunicación se pretende explicar cómo las horas pasadas en el lugar de la investigación han permitido acumular multitud de percepciones, emociones y reflexiones, que no sólo informan de lo que allí pasa y se observa, sino también de lo que la investigadora percibe, siente y registra como parte del proceso investigador. Sucesivas y reiterativas capas de observación en el mismo parque, pero desarrolladas en diferentes días y horas, condiciones meteorológicas variadas y en diferentes fechas han construido una mirada amplia, compleja que puede ser interpretada de forma caleidoscópica.

En un primer momento el espacio ha sido explorado desde la experiencia de outsidersin conocer aun la historia del lugar, sin prejuicios previos derivados de la imagen ofrecida por la prensa, la literatura, la historia urbana o las conversaciones del vecindario. Abierta a la observación plena, dispuesta a captar la belleza de este espacio verde, las primeras visitas se cargaran de imágenes positivas, plenas.

Sin embargo las apreciaciones de los colegas geógrafos y sus preguntas sobre mi trabajo de campo se orientaron siempre en relación a mis sentimientos de inseguridad, a mis miedos, al hecho de desarrollar las observaciones en solitario en un lugar que ellos percibían como inseguro, complejo, poco confortable. Mi punto de partida no podía estar más alejado de lo que me transmitían quienes conocían el lugar desde su experiencia de residentes locales.

A partir de estas miradas confrontadas, me interesa pensar reflexivamente, desde una perspectiva autoetnográfica crítica, sobre mi posicionalidad y sobre cómo ésta se ve transformada durante el  desarrollo del trabajo de campo a medida que se amplía el conocimiento del lugar desde diferentes frentes y diferentes fuentes.