Las periferias urbanas de la Península Ibérica se caracterizan entre otros aspectos por la heterogeneidad de usos del suelo. Alrededor de las principales ciudades se configura un paisaje amorfo, de difícil delimitación, generalmente condicionado por las infraestructuras y la topografía. La dinámica reciente de estos paisajes periurbanos ha aumentado notablemente su complejidad en las últimas décadas, en gran medida debido al proceso conocido como difusión urbana. La relocalización de funciones netamente urbanas en el espacio rural inmediato ha terminado por alterar por completo la tradicional dicotomía entre los paisajes rurales y urbanos. De tal forma, los usos de suelo aparecen entremezclados, en ocasiones, dibujando una caótica organización del territorio que está vertebrado por numerosas infraestructuras de transporte, conducciones de agua y gas, redes eléctricas y de telecomunicaciones. Bajo esta perspectiva parece que cada metro cuadrado se destina un uso determinado del suelo; así lo refleja la cartografía europea oficial de usos del suelo, (CORINE) la cual no contempla la posibilidad del no uso. Sin embargo, en las periferias urbanas de la Península Ibérica es frecuente la presencia de suelos vacantes, terrenos incultos, tierras abandonadas, solares urbanizables; en definitiva, suelos en situación de barbecho social.

El concepto fue acuñado por el geógrafo alemán Wolfgang Hartke en 1956 y hace referencia a las tierras agrícolas que debido a los cambios estructurales de tipo social o económico han resultado abandonadas. Los cambios estructurales experimentados en España y Portugal desde 1974 han tenido consecuencias en el modelo territorial, en especial, en las periferias urbanas dando lugar a un aumento de la competitividad por los mejores suelos y paradójicamente al mismo tiempo por la proliferación de suelos destinados a barbecho social.

A partir de la cartografía del proyecto CORINE Land Cover, la fotografía aérea y el trabajo de campo se cuantifica la huella espacial del barbecho social en algunas periferias urbanas peninsulares. Tras la obtención de datos empíricos acerca del fenómeno se apuntan las razones que explican la existencia del barbecho social y su papel en la configuración de las periferias urbanas.

Los cambios estructurales siempre han tenido una correlación en el modelo territorial. Estas transformaciones son más visibles en los paisajes que se caracterizan por un mayor dinamismo como es el caso de las periferias urbanas. En la configuración actual de los paisajes periurbanos peninsulares tiene una especial importancia la mezcla de usos del suelo; sin embargo, no todo el suelo tiene uso, sino que existen suelos vacantes, abandonados, terrenos sin cultivar, sin urbanizar, que han sido definidos como barbecho social. Se recupera el concepto original y se aplica al modelo territorial actual de las periferias urbanas peninsulares con el objetivo de lograr una mejor comprensión del fenómeno.